miércoles, 9 de julio de 2014

Proyecto filosófico de mejora personal

La Masonería simbólica es una tradición especulativa y su mitología se apoya en la idea de un proyecto de construcción. Teniendo un fondo operativo, sustenta un proyecto filosófico de mejora del hombre. El masón reflexiona sobre los símbolos, se conoce a sí mismo e inicia un proceso de autoconstrucción para llegar a ser la mejor versión de sí mismo.
 
Su papel es eminentemente filosófico y progresivo y no tiene nada que ver con tendencias socio-políticas. No tiene el poder ni busca el poder. En cambio busca la verdad y el conocimiento como un medio para contribuir al perfeccionamiento ético del ser humano.
 
La Masonería de nuestro tiempo constituye un espacio que los masones nos concedemos para reflexionar sobre los problemas que rodean al individuo y abordar los nuevos problemas que se van presentando a la humanidad. Es un espacio para convivir y dialogar. Buscamos nuestro crecimiento personal mediante el ejercicio del diálogo, el respeto y la profundización en los valores ilustrados de la convivencia y la filosofía. Eso es lo que los masones llamamos "pulir la piedra bruta".
 
La Masonería es además un compromiso con nuestro proyecto de vida, con la familia, con los amigos, con la comunidad y con nuestro comportamiento social. Los masones creemos que el ser humano es perfectible dentro de su medio social, que puede ser tolerante, más libre y cada vez más útil a la colectividad. En nuestras logias tratamos cuestiones que atañen al ser humano. A diferencia de otras organizaciones, éste es el distintivo de la Masonería y se potencia con la diversidad de opiniones, con el pensamiento diferente que se fomenta en un ambiente de libertad, tolerancia y fraternidad. El masón crece enlazado en una cadena de unión con sus demás hermanos.
 
Los masones nos construimos a nosotros mismos e intentamos contribuir a la construcción de una sociedad  donde el hombre pueda alcanzar su pleno desarrollo y, por lo tanto, su felicidad, atendiendo  a lo que constitutivamente es el ser humano. En la Masonería reflexionamos sobre nosotros mismos para crecer, desarrollarnos y construir el edificio de una humanidad mejor, más sabia y más libre, basándonos en los principios fundamentales de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad.

domingo, 6 de julio de 2014

La filosofía moral moderna

El pensamiento filosófico occidental de la antigüedad acerca de la forma de vivir se centró en la cuestión del supremo bien: ¿Qué vida es la más plena y duraderamente satisfactoria? Si bien se pensaba que la virtud había de regir las relaciones de uno con los demás, el objetivo primordial era alcanzar el bien para uno mismo.
 
No hay forma estándar de organizar la historia de la filosofía moral, pero puede ser útil considerar tres etapas en ella.
 
La primera es la etapa de la separación gradual del supuesto tradicional de que la moralidad debe de proceder de alguna fuente de autoridad fuera de la naturaleza humana, hacia la creencia de que la moralidad puede surgir de recursos internos a la propia naturaleza humana.
 
Fue en el tránsito desde la concepción de que la moralidad debe imponerse al ser humano a la creencia de que la moralidad puede comprenderse como autogobierno o autonomía del ser humano. Esta etapa comienza con los Ensayos de Miguel de Montaigne (1595) y culmina con la obra de Kant (1785), Reid (1788) y Bentham (1789).
 
Durante la segunda etapa, la filosofía moral se dedicó sustancialmente a crear y defender la concepción de la autonomía individual, haciendo frente a nuevas objeciones e ideas alternativas. Este periodo va desde la asimilación de la obra de Reid, Bentham y Kant hasta el último tercio del siglo pasado. Desde entonces los filósofos morales han desplazado la atención del problema hacia nuevas cuestiones relacionadas con la moralidad pública.

Los trabajos recientes en filosofía moral se caracterizan por su aplicación a otras tres cuestiones.

1) Se está realizando un gran número de trabajos sobre temas sociales y políticos de actualidad. Las cuestiones relativas al aborto, la ética ambiental, la guerra justa, el tratamiento médico, las ´prácticas de los negocios, los derechos de los animales y la posición de las mujeres y los niños ocupan una considerable parte de la literatura y la actividad académica identificada con la filosofía moral o  ética.

2) Se ha registrado una vuelta a la concepción aristotélica de la moralidad como algo esencialmente vinculado a la virtud, en vez de a principios abstractos. Alasdair, Maclntyre y Bernard Williams, entre otros, intentan desarrollar una concepción comunitaria de la personalidad moral y de la dinámica de la moralidad.

3) Por último, se ha registrado un rápido auge de interés por los problemas que plantea la necesidad de coordinar la conducta de muchas personas para emprender acciones eficaces. Si demasiadas personas utilizan un lago como lugar de descanso rural, ninguna de ellas conseguirá la soledad que desea; pero la decisión de abstenerse de una persona puede no producir ningún bien: ¿cómo decidir qué hacer? Muchas cuestiones, como la conservación de los recursos y el entorno, el control de población y la prevención de la guerra nuclear parecen tener una estructura similar, y los filósofos morales, así como muchos economistas, matemáticos y otros especialistas están dedicando su atención a ellas.

Cuestiones como éstas, que afectan a grupos o comunidades de individuos autónomos, pueden estar empezando a tener más importancia para la filosofía moral moderna que el problema históricamente nuclear a explicar y validar al individuo moralmente autónomo como tal.
 
 

El humanismo

Como corriente filosófica y literaria el humanismo surgió en Italia en la segunda mitad del siglo XIV y se convirtió en la característica fundamental de la cultura del Renacimiento. Para el humanismo es característica la oposición a la concepción medieval del mundo con su teocentrismo y la reorientación hacia los valores humanos y la dignidad del hombre, la visión del hombre como medida principal de todas las cosas.
 
El núcleo de la concepción del mundo humanista la constituye el reconocimiento de que el hombre es, en sus múltiples manifestaciones, libre. Esta libertad se contrapone a la autoridad y a la dominación del Estado, a las instituciones religiosas, al sistema social feudal, a la jerarquía social tradicional, etc.
 
El humanismo prepara la transformación del hombre. Es posible que una de las ilustraciones más claras del credo humanista sea la especie de oración alegórica del filósofo renacentista Giovanni Pico della Mirandola (1463-1494), cuando en su "Discurso sobre la dignidad humana" puso en boca del Creador  las siguientes palabras con las que quiso compendiar los motivos de la eminente nobleza del hombre al crearlo:
 
"No te he dado una morada permanente, Adán, ni una forma que sea realmente tuya, ni ninguna función peculiar, a fin de que puedas, en la medida de tu deseo y de tu juicio, tener y poseer aquella morada, aquella forma y aquellas funciones que a ti mismo te plazcan. Tú, sin verte obligado por necesidad alguna, decidirás por ti mismo los límites de tu naturaleza, de acuerdo con el libre arbitrio que te pertenece y en las manos del cual te he colocado. No te he hecho ni divino ni terrestre, ni mortal ni inmortal, para que puedas con mayor libertad de elección y con más honor, siendo en cierto modo tu propio modelador y creador, modelarte a ti mismo, según las formas que puedas preferir. Tendrás el poder  de asumir las formas inferiores de vida, que son animales; tendrás el poder, por el juicio de tu espíritu, de renacer a las formas más elevadas de la vida, que son divinas".
 
Es obvio que este reconocimiento infinito del carácter valioso del hombre y de su libertad podría surgir solamente en el nivel más alto de civilización y desarrollo humano. Eso no significa que el humanismo sea sólo un fenómeno perteneciente a la cultura occidental. Los elementos humanistas son propios de la herencia espiritual de todos los pueblos, prácticamente a lo largo de toda la historia de la humanidad. Se trata en este caso, de la existencia en cada cultura de las tendencias que se contraponen a la oposición y sojuzgamiento del hombre y que defienden su grado de independencia, de la libertad de su voluntad.
 
Para los pensadores del Renacimiento, el hombre sintetiza todo lo que existe, todas las realidades del mundo. El ser humano es un microcosmos y a medida de todo él mismo y de todo el macrocosmos. Más aún, el ser humano es un eslabón mediador entre Dios y el mundo que garantiza la unidad entre el ser cósmico y el ser fenomenal.
 
Actualmente el concepto de humanismo es uno de los más indeterminados y contradictorios. Hoy el término humanismo se utiliza comúnmente para indicar la tendencia del pensamiento que afirme la centralidad, el valor, la dignidad del ser humano, o que muestre una preocupación o interés primario por la vida y la posición del ser humano en el mundo.
 
Con un significado tan amplio, la palabra humanismo da lugar a las más variadas interpretaciones, y en consecuencia, a confusión y malentendido. La palabra "humano" ha sido adoptada por muchas filosofías que -cada una a su modo- ha afirmado saber qué y quién es el ser humano y cuál es el camino correcto para la realización de las potencialidades que le son específicas. Así, encontramos el concepto "humano" en el humanismo histórico, en el humanismo existencial, en el humanismo marxista, en el humanismo cristiano, en el humanismo universalista y en el antihumanismo.
 
Vale decir que toda filosofía que se ha declarado humanista ha propuesto una concepción de naturaleza o esencia humana, de la que ha derivado una serie de consecuencias en el campo práctico, preocupándose por indicar lo que los seres humanos deben hacer para así manifestar acabadamente su "humanidad". Hoy son pocas y de momento poco escuchadas, las voces que se alzan para proponer a los seres humanos una nueva comprensión de su "humanidad".  Ciertamente, mucho se habla de derechos humanos -sistemáticamente avasallados-, de "naturaleza" humana -descrita siempre en forma vaga y contradictoria- de la correcta ubicación del ser humano en el mundo natural, especialmente a causa de los tremendos problemas ecológicos actuales.
 
No obstante todo, es evidente que nuestros tiempos asisten a un eclipse del humanismo. Por cierto que ésta no es una situación nueva: las corrientes humanistas, presentes ya al comienzo de la civilización occidental, muestran un comportamiento ondulatorio: aparecen en determinadas épocas y desaparecen luego para reaparecer nuevamente. Así ocurrió con el humanismo antiguo que se desarrolló en las escuelas filosóficas griegas y romanas, que fue opacado durante diez siglos por el cristianismo medieval, para luego reaparecer con fuerza en la época del Renacimiento. A su vez, el humanismo renacentista fue perdiendo ímpetu hasta ser desplazado por las filosofías antihumanistas de los últimos siglos.
 
Si las cosas están así, no es utópico pensar que pueda surgir una nueva corriente humanista capaza de contrarrestar la crisis actual, caracterizada por la pérdida de sentido de lo humano y agravada por ela prospectiva de la catástrofe global, con todas sus aterradoras alternativas.
 
 
 

domingo, 29 de junio de 2014

La duda filosófica

Duda, amigo mío, de lo que no comprendas o no conozcas por ti mismo. Investiga. Examina. Reflexiona. Piensa por ti mismo.  Esa es la instrucción que debe seguir no sólo el Aprendiz, sino todo masón sin importar su grado, porque sólo cuando desaparecen las dudas es que llegamos a la verdad de las cosas.
 
El motor del grado de Aprendiz es la duda filosófica y ésta representa a la ignorancia. Para salir de ella lo único que necesitamos es el conocimiento de nosotros mismos. La duda no es negación ni afirmación a priori, es sólo un estado de conciencia en el que no tenemos elementos para negar o afirmar algo.
 
Es a partir de la duda filosófica que la Masonería nos ofrece un método tan sencillo como antiguo para nuestro perfeccionamiento intelectual. Es un método que tiene como finalidad formar pensadores independientes deseosos de llegar por su propio esfuerzo al discernimiento de la verdad.
 
En esencia, los tres grados del simbolismo están consagrados a la adquisición de la habilidad en el uso de la herramienta masónica, es decir, de la reflexión filosófica humanista, a partir del estudio y discusión de los temas de cada grado y de interés profano. Es solamente, cuando está en plena posesión de dicha herramienta, cuando el Maestro Masón puede actuar eficazmente sobre él mismo y la sociedad.
 
El método masónico es totalmente distinto a cualquier otro, puesto que en vez de exigir el aprendizaje de tales o cuales postulados y principios, estimula el libre examen, la expresión libre, la discusión ilustrada, el desarrollo de la imaginación y el pensamiento propio y constructivo, como medio para conseguir que cada quien llegue por su estudio independiente y meditación profunda, a sus propias conclusiones lógicas y a la afirmación de sus convicciones.
 
Por tanto, este método, usa ampliamente del símbolo y de la alegoría, pero no ofrece de ellos ninguna explicación fija o dogmática, sino que deja en libertad al iniciado para que ejercite sus propias facultades deductivas e inductivas para descifrarlos y aprender -por sí mismo- las provechosas lecciones que encierran.
 
El pensamiento filosófico es, por definición, crítico y argumentativo, y conduce a los adeptos al conocimiento e interpretación de los símbolos y mensajes rituales, propiciando que obtengan su significación real y profunda, y sólo así adquiere una vivencia plena para quien los piensa y trabaja constantemente.
 
Como resultado, cada masón palpa pronto los frutos de su perfeccionamiento intelectual al notar que se ensancha extraordinariamente su manera de ver la vida, se le despiertan aptitudes dormidas, surgen expectativas de mejoramiento y entra plenamente en el camino que lo transforma en guía y benefactor de la humanidad.
 
La historia nos enseña que de la Masonería han salido, en todos los tiempos, hombres de gran visión, acrisolado altruismo e inagotable energía, que han dado a la humanidad sus más grandes impulsos de progreso. Para descubrir estos caminos, necesitaron nutrirse de la duda filosófica, no de la certeza dogmática; precisaron examinar lo que no es típico, en vez de contentarse con lo usual y corriente. Se decidieron a recorrer las sendas supuestamente prohibidas para el pensamiento y descubrieron las nuevas soluciones a los problemas irresueltos.
 

El libre pensamiento

Se entiende por libre pensamiento la acción de la razón, la experiencia, la observación y la prueba, como únicos medios dignos de crédito para la determinación de la verdad. En consecuencia el libre pensador rechaza toda autoridad que se oponga a la razón, ya sea aquella de un hombre, la de un libro o la de una organización basada en la revelación, los milagros o la tradición.
 
El librepensador no puede, pues, limitarse a negar simplemente todo lo que no resiste el toque de la razón, sino que debe extender el conocimiento humano a la luz de sus principios. Para que sea fructífero, el librepensamiento debe aplicarse no solamente a alumbrar a la humanidad, sino a resolver los problemas sociales.
 
Al enfrentarse con estos problemas, los librepensadores deben tener presente la necesidad suprema de logar para todos, sin distinción de sexo, de raza o nacionalidad, una igualdad suprema en el ejercicio de sus derechos y en el cumplimiento de sus deberes.
 
Un librepensador es aquél que tiene un criterio propio, basado en experiencias por él vividas. Teniendo un caudal de conocimiento empíricos y objetivos, tiene la suficiente solidez para no basarse en conocimientos ajenos y puede emitir entonces un juicio propio, de aquello que él es, o bien un juicio acerca de qué tan objetivamente es el universo que lo circunda. Un librepensador jamás dará un juicio subjetivo, pues se basa en lo verificable y comprobable.
 
"Sabed que el que no piensa o no examina, que el que jura en las palabras de otro y se abstiene de investigar si lo que se le enseña o ha enseñado es cierto, no es un hombre, es una máquina. Dudad, amigo mío, de lo que no comprendáis o no conozcáis por vos mismo" (Texto de la ceremonia de iniciación del Aprendiz de Mason, del Rito Escocés Antiguo y Aceptado)